lunes, 1 de julio de 2013

La Nueva Jerusalén

Otro esquema que he dibujado últimamente es éste:


Se llama "el Círculo Cosmológico", y también "la Nueva Jerusalén". La totalidad del diseño es el círculo; la Nueva Jerusalén es la parte interior. Lo he encontrado en un cuaderno de ejercicios de Michael S. Schneider (thank you, Michael!), donde enseña a dibujarlo paso a paso. 

Son muchos pasos. Tantos, que el esquema terminado no puede jamás mostrarlos todos, no veríamos ninguno y sólo acabaríamos mareados, borrachos de tanta línea.

Así pues, se impone una selección de lo que se elige mostrar en el diseño terminado, y se descartan las acciones, los trazos que, si bien están ahí, no vamos a resaltar.

Esa es la característica más interesante de este diseño, el hecho de que se adapta a la circunstancia del momento de forma clara y total. Si lo dibujáis, veréis que hay lugares por donde pasáis de puntillas, y otros que vais a marcar con rotulador grueso.

Por ejemplo, en esta nueva Jerusalén, está muy señalada la noción de ciclo. La cuadratura del círculo y las ocho partes coloreadas la remiten al cuatro, a la Tierra. Las doce lunas y el veintiocho aluden al ciclo solar y lunar. Al final, es como una brújula, con las cuatro direcciones bien marcadas...

Por cierto, ¿dónde pondríais el norte?

Schneider dice que en este esquema se muestra el matrimonio del Siete y el Doce. El Siete como lo invisible y el Doce como lo manifiesto. Realidades opuestas, que se muestran juntas. 

Podéis verle, y escucharle, en una larga entrevista que le hace Geoff Fitzpatrick en Sacred Geometry Academy. Es una delicia. (Id al final de la página, donde pone "Free Courses", y "Sacred Geometry Summer Solstice Summit 2022"; y apuntaos, para acceder a la entrevista.)

Si os animáis a dibujar la nueva Jerusalén, el único lugar donde la he encontrado es en el cuaderno de Schneider, Constructing the Cosmological Circle, disponible en su web. Seguramente está en más sitios. Que dibujéis a gusto.

Otro Sri yantra

Durante el solsticio de verano, pinté otro Sri yantra. Éste:


Aunque parezca más o menos regular, no lo es en absoluto. Está lleno de errores e imprecisiones. Pero ¿sabéis que? No importa.

Me sorprende que la geometría se suela pintar, pero no dibujar. Proliferan los libros de mandalas, preciosos. Es bonito colorear. Lo que quiero decir es que no se puede comparar el gesto del coloreo con el gesto del trazo del esquema.

Claro, si el trazo lo hace uno mismo, no queda igual que si se coge uno creado por un profesional, que siempre está perfecto, simétrico... pero es que ¡da igual! Lo importante en esto de dibujar mandalas, o yantras, o la geometría que sea, no es el resultado. Me suele gustar que me queden las cosas bien, no me considero una chapuzas, y aun así lo digo y lo repito: cómo quede un yantra, es lo de menos.

Un yantra es un proceso. Sobre todo, es el proceso de trazarlo de la nada. Ese proceso revela una serie de procesos paralelos, una serie de comprensiones, que se dan en quien lo dibuja. No se saca nada a la fuerza, sale lo que debe salir en cada momento, para cada cual.

Como un parto; es exactamente como un parto. Nunca le has visto la cara a tu bebé, aunque le has llevado dentro durante muchos días... Igualmente, un yantra bien dibujado tiene un componente de sorpresa. No sabes cómo te quedará. Sabes cómo te está quedando, nada más. Con eso es suficiente.

Porque el cómo y el qué van juntos, en geometría. Realmente, es difícil de explicar y fácil de sentir. El gesto de trazar un círculo, una recta, activa en nosotros una información que va más allá de lo visual y de lo táctil. Es una información de belleza y verdad. Quizá suene cursi pero es así. De ahí el éxito de los libros de mandalas.

En concreto, dibujando este Sri yantra, me emocionaron especialmente los dos triángulos mayores. No había reparado tanto en ellos las otras veces. En esta ocasión me parecieron el colmo de la generosidad. Cómo un triángulo puede ser generoso, lo ignoro, tendréis que probarlo vosotros, para ver qué os dice...

Cada vez es distinto, el Sri. Creo que es imposible cansarse de él. Es un símbolo de la globalidad y, en consecuencia, se dibuja como un todo: te equivocas en una línea y se desmonta entero. Al mismo tiempo, tiene partes. Dibujándolo se entiende algo de la relación entre el todo y las partes.

Aquí hay un enlace a una posible forma de dibujarlo. Sigo recomendándoos que lo probéis por vosotros mismos.