domingo, 3 de junio de 2012

El Diez, la década

El Diez es un Uno corregido y aumentado. De hecho, a cualquier cifra que “reforcemos”, poniéndole un cero detrás, le pasará lo mismo: por ejemplo, 40 es un 4 subido de volumen.

No existe un polígono de un solo lado. Lo mínimo son tres lados: el triángulo. De un “lado”, tenemos… ¿el círculo? Que no sabríamos decir si tiene un lado, o infinitos, o ninguno… En definitiva, el primer polígono donde interviene el Uno es precisamente el de diez caras, el decágono.

 
Se puede saber mucho del decágono mirando quienes son los múltiplos del 10. Así, el Diez participa de la energía del Cinco (exuberante, el quinto elemento), del Dos (la polaridad), y del Uno (el ciclo, el principio y el fin). Solamente con esta observación básica, ya captamos algo de su esencia: polarizado, eléctrico-magnético, regenerante y renovador.

Prueba a dibujar un decágono. Es posible hacerlo con lápiz, regla y compás. ¿Puedes embaldosar el suelo con decágonos?

Existen varios decálogos: además de los diez Mandamientos, también los musulmanes y los budistas cuentan con listas de diez preceptos.

El Diez remite al Uno, al Uno en su estadio “terminado”. En el Árbol de la Vida cabalístico, es la décima séfira, la más baja, el final del ciclo que se inició con la primera esfera, la más alta:

En términos taoístas, del Tao Te Ching:

El Tao engendra al Uno,
El Uno engendra al Dos,
El Dos engendra al Tres.
El Tres engendra a los diez mil seres.
Los diez mil seres llevan el Yin en sus espaldas y el Yang en sus frentes,
Y la armonía de su Chi depende del equilibrio de estas dos fuerzas.

El Diez (10) y sus potencias (el 100, el 1.000, el 10.000…) evocan lo completo, lo terminado, así como lo perfecto: “sacó un 10 en el examen”, “el cien por cien”.

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