Giotto (1267-1337) no era cualquier pintor. Ya de pequeño, dibujaba con naturalidad y realismo. Además, era un bromista: una vez, pintó una mosca en un retrato, tan bien, que su maestro intentó espantarla.
Su fama llegó a oídos del papa Bonifacio VIII, que le pidió una muestra de su arte, con tal de evaluarlo y decidir si debía encargarle trabajos. Giotto cogió un lienzo en blanco y un pincel, y dibujó, a mano alzada, un círculo perfecto. Esa fue la muestra que el papa valoró.
Debió gustarle, porque Giotto trabajó durante muchos años para la iglesia.
¿Qué creéis que vio Bonifacio VIII, en aquel redondel perfecto?
Solicito su permiso para utilizar (citando la fuente) este texto para una clase conjunta de Matemáticas y Educación visual en segundo de liceo.
ResponderEliminarTiene mi permiso, por supuesto. Me alegro mucho de que hagan clases conjuntas de Matemáticas y Educación Visual.
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