Hace más de un año que empecé a dar geometrías.
Al principio era algo que me hacía sentir incómoda: notar cómo un número podía convenirle a alguien, dibujarlo y ofrecérselo. Sin saber cómo esa persona se tomaría la propuesta, si querría o no meter ese número en su vida, en su casa, en su campo visual.
Luego, encontré un paquete de sobres para CDs. Les cabía una cartulina cuadrada de 11 o 12cm de lado. Pensé que era un formato cómodo de transportar. Pensé que no tenía otros planes para esos sobrecitos. Pensé también que disponía de muchos sellos, venidos de una colección familiar. Así fue como nació la idea de que las geometrías viajasen. Papel, sobre, sellos: todo estaba a punto.
El giro de tuerca fue darme cuenta de que, quizá, las geometrías podían seguir en movimiento para siempre. Es decir, que cuando la persona sintiese que ya había terminado de usar esa geometría, que ya no necesitaba tenerla presente en su vida, en su casa, en su campo visual... la podía dar a alguien que sí.
Así nació la red de geometría itinerante.
Empecé a dibujar geometrías sin saber para quién serían. Solo con el fin de tener algunas para ofrecer, si la ocasión se presentaba.
Las ocasiones se presentaron.
También he seguido dibujando para personas que me dicen qué necesitan. Les digo: el Uno hace esto, el Dos esto otro... y ellos me dicen: yo ahora estoy así o asá, y me parece que me convendría un poco más de ésta o esta otra cualidad.
Lo que ofrezco son números, pero la cantidad no es lo importante. No es mejor ni peor un Once que un Seis. Lo que interesa es la cualidad del número.
Es precioso ver cómo todos sabemos el número que nos conviene. Cuando hay diversas opciones, la persona inmediatamente descarta muchas de ellas, o casi todas. Se queda con la que más necesita en ese momento. Se la queda mirando, le parece bonita, quiere tocarla.
Entonces me pregunta: ¿para qué sirve esta geometría? Y yo digo algo de lo que ese número hace. Y la persona dice: ah, sí, me viene bien; me la llevo.
Hay diseños que encuentran a su destinatario enseguida, y a otros les lleva más tiempo. Algunos van muy estrechamente ligados a un momento del año, a una estación, y tienen una cualidad muy particular. Otros son más anchos, más generalistas.
Para usar una geometría, no hay una norma fija. La premisa sería "mírala mientras quieras mirarla". Pero para empezar, yo miro el diseño que estoy usando unos pocos segundos por la mañana, diez, quince segundos, cuando el sol sube. Y otra vez, por la tarde, cuando el sol baja.
Al cabo de los días, las semanas, los meses ¡o, incluso, los años! es perfectamente posible notar que ya se ha llenado uno lo suficiente de esa cualidad que esa geometría nos aportaba. Entonces es el momento de dejarla marchar, de soltarla.
Es fácil que, entonces, pase alguien por allí y se interese por esa forma. Si no pasase nadie al cabo de los días o las semanas... siempre se puede meter de nuevo en el sobre, que tiene una parte transparente, y colgarla de un árbol o una farola, con las instrucciones de qué se puede hacer con ella.
Ojalá todos encontremos la forma que necesitamos. Ojalá haya siempre una geometría disponible para ayudarnos, en el momento justo.
Este año me he propuesto ir ampliando la red de geometría itinerante. Por eso, quien necesite una geometría, puede decirlo, por este canal, o por instagram @elalmadelosnumeros, explicarme para qué la necesita, y se la haré llegar.
Gracias por vuestro interés en la geometría.