Se pueden usar los números para aquello que son. Por ejemplo, este dibujo es un Uno-Dos-Tres-Seis: subraya la unidad (Uno), la dualidad (Dos), la fuerza-equilibrio (Tres) y la estructura en contacto con la unidad (Seis).
Aquí hay otros ejemplos. Un Dos-Cuatro-Seis, que también se puede usar en horizontal:
Un Ocho, para ascender haciendo merecidas pausas de descanso. "La luz baja por el Seis y sube por el Ocho".
Un par de Cincos: la chispa. Uno más yang, otro más yin. El Cinco puede ayudar a la garganta y los oídos. El Cinco más yin, mullido y englobante, lo dibujé precisamente para ayudar a alguien que tenía tos:
Un Siete, para ver un poco más allá:
Mi impresión al dibujarlos es que el tiempo se frena, y aunque solo fuese por eso, ¡lo recomiendo! También que no se puede decidir exactamente cómo será un dibujo: tienen vida propia y se van trazando sobre la marcha, hay un componente de sorpresa.
Para elegir los números que hagan falta en cada momento, se pueden usar las explicaciones de este mismo blog. Bajo la etiqueta "Teoría de números" encontraréis las características de cada uno.
Por si acaso, unas pautas generales muy sucintas:
El Uno: sirve para centrarse, para expandirse, para avanzar en un ciclo armónicamente.
El Dos: sirve para alternar, para ver una cosa y la contraria, para integrar los opuestos.
El Tres: sirve para contener, da fuerza y equilibrio.
El Cuatro: sirve para encuadrar, estructurar la materia, poner orden.
El Cinco: sirve para crecer orgánicamente, en espiral, como crecen las plantas.
El Seis: sirve para conectarse con el Uno desde una estructura que no es solo física.
El Siete: sirve para sentir y entender lo que no se ve, pero está; y lo que no encaja exactamente pero, aún así, funciona.
El Ocho: sirve para comunicarse con el Uno desde abajo, ayuda a estabilizar, a ascender por fases.
El Nueve: sirve para ir al límite, para asomarse al horizonte.
Se pueden combinar, evidentemente. Y se puede seguir, con el Diez, el Once, el Doce...